Los Desencuadernadores


Susurros de posibilidades, etérea bruma de incertidumbres y deseos, noche en sueño colectivo, de esos en los que se viaja cantando hacia un lugar lejano y maravilloso, como alfombras voladoras delicadamente transcurrimos de noche y después de día, la corriente nos trajo, a las palabras y los trenes.

¿Escribes? Has sentido el afán de las letras, de salir así como se sale corriendo después de un lavado fresco, de esos limpiadores. ¿Sentís ese sudor frío, de la caricia prohibida, el goce solitario del encuentro de la tinta y el papel?¿O acaso el tiqui tiqui de la carne y el plástico.? Reconozco que  en mi piel suceden cosas que desfilan la delgada línea de eros y escatos. Cuando recorro libidinosamente un dibujito, como magia elabora mi cabeza a la idea. Conceptos que son también emoción, y la nada, agujero oscuro que golpea como la lengua de un felino sobre esos ojos resecos.

Y ahí estábamos, tarareando el naranjo en flor, y como quien no quiere la cosa nos metimos en un viejo almacén, por demás vacío y mugroso. Con entusiasmo comenzaste a bailar, te moviste dando golpecitos con las manos en el piso, tu gesto fue contundente, lo mío es seducir y abandonar.

Agarré el papel y casi gritando recitaste el verso, venido de lejos. La paradoja de la cerveza caliente y la sed de alcohol, la contradicción de este cigarrillo adicto que en pocas horas odiaré en tu boca. Sacarte de lugar, para volver ahí mismo. Desnuda en la profundidad del mar, pequeña babosa vulnerable que saliste de tu concha por puro manifiesto.

Casualidades, desencuentros, delirios, deseo, dolor, separando las partes, componiendo otras formas, alternando espacialidades, te miraste al espejo entonces el tren. Ese que destrozó en mil pedazos tu mirada que cruzaba la vía a tientas.

Desencuadernando letras, y tantos misterios.

Eso que no sabemos y que llamamos poesía.

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